miércoles, abril 11, 2012

La Armadura de Dios (3 de 7)

Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes.  Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia, y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz.  Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno. Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios; (Efesios 6:13-17 RV)

Podemos ver que la mayoría de las armas que nos presenta Efesios 6:10-18, son más defensivas que ofensivas, porque ninguno de nosotros podría entrar en una lucha frontal contra el enemigo sin estas protecciones,  pues seríamos derrotados. Tanto así que la espada de la que nos habla Pablo aquí no es la espada larga de ataque o la lanza, sino la espada corta para la lucha cuerpo a cuerpo. De modo que  la mayoría de  estas armas tienen la función de  protección y  resistencia. ¿Cuál es la razón? Bueno, porque el enemigo con el que peleamos ¡ya está derrotado! Uno de los textos ignorados por muchos creyentes es el de Colosenses 2:15, que nos dice: y despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz. (RVC)”. Nota las tres palabras enfáticas: “despojando…exhibió… triunfando”. El reino de Satanás quedó desolado, deshecho. 

Muchas batallas que has librado y que librarás a lo largo de tu vida, tienes la incógnita si las perderás o las ganarás. La única batalla que ya está ganada es la que se pelea contra Satanás. Jesucristo le venció para siempre. De modo pues, que no puedes tener temor de que Satanás vaya a ganarte esa batalla. Pero no por esto, el creyente debe vivir sin defensa alguna. De modo que por esta la razón es que Pablo nos urge a ponernos la armadura de Dios. La coraza del soldado, la segunda mencionada en este orden,  era una placa para el pecho hecha de metal que venía desde el cuello hasta los muslos de modo de proteger las áreas vitales del cuerpo. El creyente debe vestirse con “la CORAZA DE JUSTICIA” para  protegerse del adversario. Con esto va a proteger sus óranos vitales. Veamos de qué manera.

I. ¿CUÁL ES LA FUNCIÓN DE LA CORAZA?

1. Material para su confección. Por lo general la CORAZA que cubría al soldado romano estaba hecha de bronce; pero si el soldado pertenecía a una clase próspera podía ser una de cota de malla; un material mucho más fino. Una CORAZA hecha de estos materiales, no la perforaría fácilmente la espada y no podría atravesarla  y matar al soldado. Este tipo de CORAZA lo protegía no solo de la espada, sino que  también lo protegía de los dardos, flechas y rocas que venían de diferentes direcciones. Hay en esto una verdad muy clara. Si algo debía ser hecho con un material resistente es la CORAZA para confrontar y resistir el ataque del adversario. No puede dejarse desguarecido el cuerpo cuando sabemos que estamos luchando contra un adversario que no nos da ninguna tregua. Debemos asegurarnos que el material de nuestra coraza sea más fuerte que el mismo bronce de manera que no quedemos vulnerables al momento del combate.

2. Proteger los órganos vitales. Algunas CORAZAS cubrían desde el cuello hasta los muslos. En este tipo de CORAZA, en la zona protegida estaban los órganos más responsables de la vida humana, tales como: el hígado, el estómago, los pulmones y el corazón. Sin duda que el órgano al que había que proteger más era el corazón. Por esta razón llamaban a la CORAZA, que significa “el protector del corazón”. Y es que si algo debe ser protegido en la vida es el corazón. Es cierto que Satanás atacará siempre nuestros pensamientos, pero si logra atacar nuestros sentimientos, el corazón, habrá logrado su más grande victoria. La mayoría de las caídas del creyente se deben a un corazón vulnerable. Pablo recomienda ponerse la CORAZA DE JUSTICIA para protegernos lo que puede realmente afectar nuestra lucha. Tan importante es guardar el corazón que el sabio Salomón dijo: “Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida” (Prov. 4:23). Recordemos que el  corazón es “engañoso y perverso más que todas las cosas”. La CORAZA DE JUSTICIA tiene la misión de protegerlo.

3. Cubrir las emociones. La mayoría de los órganos que protegía la CORAZA del soldado son internos; de allí que se refiera a las “entrañas”. Cuando la Biblia se refiere al amor que sale del corazón, nos dice de un  “amor entrañable”, que surge de lo más profundo de nuestro ser. Es lo mismo para el llamado “amor fraternal”. Las entrañas son el recinto de nuestras emociones. Todos nosotros estamos hechos de emociones. Ellas forman parte de nuestra naturaleza con la que fuimos creados. Tales emociones tienen diferentes canales de expresión y en no pocos casos, si no son controladas, llegan a causarnos serios conflictos. El ataque externo busca el blanco de nuestras emociones porque si ellas no son orientadas debidamente por la palabra de Dios, comienzan a determinar nuestro estado de ánimo y por ende nuestro comportamiento. Si no tenemos puesta la “CORAZA DE JUSTICIA”, nuestro corazón será un blanco fácil. Tenemos que reconocer que si algo va atacar el adversario es el corazón. No lo expongamos a nada si no está protegido.

II. ¿EN QUÉ CONSISTE LA CORAZA DE JUSTICIA?

1. No tiene que ver con la justicia propia. El objetivo final de Satanás es destruir a los hombres y mujeres para que no alcancen la vida eterna en el cielo. Para lograr este propósito, una de las cosas que él hace es hacerle creer a mucha gente que ellos pueden alcanzar el cielo a través de su propio esfuerzo. Haciéndoles ver que a través de sus buenas obras ya tiene un lugar reservado para ellos en el cielo. Esto jamás pudiera ser la “CORAZA DE JUSTICIA”. Jesús puso un ejemplo que debe ser considerado. Nos referimos al caso del fariseo y el publicano (Lc. 18:10-13). El fariseo se creyó la persona más buena, cuando tuvo que compararse con el pobre publicano. Su oración estaba revestida de una justicia propia. Le daba gracias a Dios, no porque fuese salvo, sino porque no era como las demás personas: ladrones, adúlteros, injustos.  Descaradamente dijo que ayunaba dos veces por semana, haciendo público lo que debiera hacer en secreto. Pero además, cuando habló de dar sus diezmos de todo lo que ganaba, hizo que su mano izquierda supiera lo que hacía su derecha. ¿Qué hacía el publicano? Ni siquiera quería alzar su mirada. Lo único que pedía era que el Señor fuera misericordioso y clemente con su alma. Se ha dicho que el infierno se está poblando de mucha “gente buena”. Muchos rechazan a Cristo y se lanzan hacia el final de su existir confiando en sus propias obras. ¡Terrible decisión! No te equivoque, si estas pretendiendo alcanzar el cielo viviendo una vida buena, te has puesto la coraza equivocada.

2. Tiene que ver con la justicia otorgada. ¿Qué queremos decir con esto? Dios a través de Jesucristo nos ha justificado de nuestros pecados. Esta es la justicia que ha hecho posible el perdón de nuestros pecados (“Pero ahora, sin la mediación de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios, de la que dan testimonio la ley y los profetas” Romanos 3:21) Es Dios mismo que nos ha cubierto con ella, al decirnos: “Al que no conoció pecado por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuéramos hecho justicia de Dios en él” (2 Corintios 5:21). Pero esta  justicia ha sido dada para la justificación de los pecados. Pablo, quien afirmó tener muchas razones para no confiar en la carne, prefirió más bien decir: y encontrarme unido a él. No quiero mi propia justicia que procede de la ley, sino la que se obtiene mediante la fe en Cristo, la justicia que procede de Dios, basada en la fe.(Fil. 3:9).

 Esta es la justicia con la que quedamos libres de la condenación de la ley. Es, como lo afirmó el mismo Pablo, es la justificación por la fe que un día depositamos en Cristo. En esta justicia otorgada o  imputada, podemos ver que todo el asunto de la salvación ha sido una prerrogativa divina. En el hombre no se podrá encontrar nada meritorio para que pueda ser salvo. En este sentido mas bien  la palabra de Dios nos asegura que “por gracia soy salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras para que nadie se gloríe” (Ef. 2:8). Pero con la justicia que es por fe quedamos fuera de toda justificación humana y protegidos del ataque del maligno (1 Juan 5:18).

3. Pero más aún, tiene que ver con una justicia práctica.  La justicia imputada u otorgada tiene como su meta concedernos la victoria final contra las embestiduras del adversario. Pero la justicia que tiene que ver con la aplicación de la Palabra de Dios en todas las áreas de nuestra vida diaria, tiene como fin el capacitarnos para vencer todas las escaramuzas que enfrentamos en nuestro diario andar. Pero, ¿qué entendemos por la llamada justicia práctica? Tiene que ver con el deseo intenso de nuestros corazones de poder corresponder a esa justicia otorgada o imputada, tomando en cuenta que el alto precio de nuestros pecados fue la muerte de Cristo en la cruz. 

La justicia práctica es la CORAZA que protege toda nuestra vida. Es aquella forma de vida que se concentra en buscar la excelencia; que lucha todos los días para poner el cuerpo en servidumbre con el propósito de dejar que el hombre interior, el espiritual,  se renueve en su santidad. Tenemos que decir que la llamada guerra espiritual moderna, su énfasis radica más en una confrontación con los deseos de nuestra propia carne. No se menciona mucho este tema entre los llamados “guerreros espirituales”. Ellos se concentran más en reprender o declarar, así como en los gritos y ataduras,  que en el cuidado de la relación personal con Dios, controlando los deseos naturales de nuestra carne. Necesitamos proteger nuestros pensamientos y emociones. Si Satanás logra vulnerar esta parte, logrará su propósito. “No demos lugar al diablo”.

CONCLUSIÓN: La “CORAZA DE JUSTICIA” tiene como misión cuidar al corazón del soldado, porque es de allí es de donde salen todo lo sentimientos e intenciones que pueden honrar a Dios o contaminar al hombre, de acuerdo a lo que Jesús dijo. Es allí donde se toman las decisiones. La razón, puede pensar lo que quiera; pero es el corazón el que al final decide. ¿Cómo protegernos? Viviendo vidas en contacto directo con Dios, mediante su Palabra. El consejo de Pablo es oportuno para aplicarlo sobre este respecto (Romanos 13:12-14). Cuando el rey Josías entró en la batalla, a la que se le había dicho que no fuera,  fue alcanzado por una flecha. Al darse cuenta de lo que había sucedido, le dijo a su paje: “Sácame de aquí, porque estoy gravemente herido” (2 Cronicas 35:23). El hombre que había servido con tanda rectitud a Dios y a su pueblo, murió de esta manera. Este rey murió así por su desobediencia. La “CORAZA DE JUSTICIA” trabaja en coordinación directa con nuestra obediencia.



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