martes, abril 10, 2012

La Armadura de Dios (2 de 7)

Por lo tanto, pónganse todas las piezas de la armadura de Dios para poder resistir al enemigo en el tiempo del mal. Así, después de la batalla, todavía seguirán de pie, firmes.  Defiendan su posición, poniéndose el cinturón de la verdad y la coraza de la justicia de Dios.  Pónganse como calzado la paz que proviene de la Buena Noticia a fin de estar completamente preparados. Además de todo eso, levanten el escudo de la fe para detener las flechas encendidas del diablo. Pónganse la salvación como casco y tomen la espada del Espíritu, la cual es la palabra de Dios. (Efesios 6:13-17 NTV)


 La primera pieza de la armadura que Pablo menciona es el “cinturón de la verdad”.

El cinturón mantiene juntas todas las otras partes de la armadura, de la misma manera que la verdad conecta todas las partes de la vida del cristiano. El cinturón permitía que el soldado se moviera libremente y no se enredara en su túnica. El cinturón también era el lugar para guardar la espada, lo que es congruente al indicar que la palabra (La Espada) se ciñe en la Verdad. Este cinturón sostenía toda la armadura en su posición. La túnica era colocada por dentro de este cinturón; la espada colgaba del cinturón y la coraza que protegía el tórax también estaba pegada al cuerpo con el cinturón. De tal forma que si el cinturón no estaba bien puesto, había posibilidad de que al soldado no le fuera tan bien en su batalla. En nuestro caso el texto nos llama a ceñirnos la cintura con la verdad. De manera que la verdad es lo que va a sostener toda nuestra armadura.

El salmo 51:6 dice: “He aquí, tú deseas la verdad en lo más íntimo, y en lo secreto me harás conocer sabiduría” Dios sopesa mis intenciones; mis pensamientos; la razón por la que hice lo que hice o dije lo que dije. Y luego El decide si me halló en verdad.

El salmo 86:11 dice: “Enséñame, oh Señor, tu camino; andaré en tu verdad; unifica mi corazón para que tema tu nombre”. Un corazón dividido no es un corazón íntegro y si no es un corazón íntegro, esa armadura se va a caer en la primera batalla que sostenga. Cuando el corazón tiene alianzas divididas con el reino de las tinieblas y con el reino de la luz, esa persona es considerada por Santiago, el autor del libro que lleva su nombre, como una persona de doble ánimo, a quien el mismo Santiago califica de inestable en todos sus caminos. Una persona inestable en su caminar no está lista para guerrear con nadie; fácilmente es empujado al suelo y derribado.

El cinto ha de ceñir nuestros lomos, es decir lo más íntimo, el hombre inte­rior. Se aplica para fortalecer el cuerpo (como la faja para cargas cosas pesadas). Este cinto es pues figura de la forta­leza, la cual  se encuentra en la verdad. El cinto y el poder, es la verdad misma.

La verdad se compone de tres cosas inseparables:

1.- El Señor dice: "Yo soy...la verdad" (Juan 14:6); Jesús NO dijo que nos mostraría o enseñaría la verdad; el dijo ¡YO SOY LA VERDAD!
2.- Dice también: "Santifícalos en tu verdad" (Juan 17:17),
3.- Y también: "El Espíritu es la Verdad » (1 Juan 5:6).

La Palabra de Dios aplicada a nuestro hombre interior nos presenta a  Cristo, por el poder del Espíritu Santo. El cinto de la verdad es el arma más escondida y menos evidente, porque está debajo de todas las de­más. Este cinto desempeña un papel importante en todas las circunstancias de nuestra vida, porque de esta dependen todas las demás piezas de la armadura. El cinturón de la verdad es el arnés donde se colocaran las armas de defensa y agresión.

Israel estaba ceñido para la marcha; “…con el manto ceñido a la cintura,…”. (Éxodo 12:11). Aquí lo estamos para la lucha; “…poniéndose el cinturón de la verdad…” (Efesios 6:14). El cinto de lino del Sumo Pontífice era una pren­da necesaria para el culto; “…Se ceñirá con la faja de lino…”  (Levítico 16:4). En Lucas 12:35, Manténganse listos, con la ropa bien ajustada y la luz encendida.”, los lomos tenían que estar ceñidos para la espera; necesitamos pues la Palabra, que fortalece nuestro hombre interior, para esperar a Cristo. En el mismo ca­pítulo, en Lucas 12:37,  Dichosos los siervos a quienes su señor encuentre pendientes de su llegada. Créanme que se ajustará la ropa, hará que los siervos se sienten a la mesa, y él mismo se pondrá a servirles “;    el cinto es necesario para el servicio. 

También es necesario para presentar la Palabra a los que no conocen a Jesús; en efecto, los que llevaban la palabra profética estaban ceñidos de un cinto, o faja ancha (cinturón), de cuero, como Elías; —Llevaba puesto un manto de piel, y tenía un cinturón de cuero atado a la cintura —contestaron ellos”. (2 Reyes 1:8); y Juan el bautista;La ropa de Juan estaba hecha de pelo de camello. Llevaba puesto un cinturón de cuero y se alimentaba de langostas y miel silvestre.” (Mateo 3:4). 

En una palabra, en todos los grandes momen­tos de la vida cristiana, es importante que estemos en contacto con la Pa­labra que nos habla de Cristo y nos permite resistir la somnífera in­fluencia del ámbito de Satanás. No se trata de una posición, ni de conocimientos, ni de inteligencia, sino del estado práctico de un corazón completamente entregado a Cristo.

La verdad es el más importante de los elementos de la Armadura de Dios, Si tenemos el cinto que el de la verdad, todo lo que hagamos estará alineado con Cristo y su propósito, porque El es la verdad. En forma contraria, estaríamos alineándonos con Satanás, pues el es el “padre de mentira”.

La Verdad no es un concepto, es una persona; y esa persona es JESUCRISTO. Sin Él, no hay verdad alguna. Así como el cinturón debe rodearnos y ser aplicado a todo nuestro cuerpo, así Cristo lo debemos poner rodeándonos y sosteniéndonos en todo nuestro ser. Solamente la Verdad nos hará libres y, para eso, debemos morir a nuestras propias verdades. 

Primero colócate este elemento de la Armadura de Dios, porque con este cinturón controlaras tu tunica, y en este cinturon de la verdad colocaras algunas de las demás piezas de la armadura.

Mañana seguimos con el segundo elemento, la coraza.



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