domingo, marzo 18, 2012

Solo con Humildad Puedes Terminar las Discusiones

¿De dónde surgen las guerras y los conflictos entre ustedes? ¿No es precisamente de las pasiones que luchan dentro de ustedes mismos?” (Santiago 4:1 NVI)

Al aconsejar a algunas parejas, una de las quejas más comunes que escucho de ellas es esta: "Simplemente parece que no podemos llevarnos bien. Discutimos mucho. Nos amamos, ¿por qué es que tenemos tantas discusiones  sobre cuestiones sin importancia?" También los padres suelen decir: "Con mis hijos hay una tensión constante. No entiendo por qué estamos siempre con un espíritu de discusión".

Santiago no se anda por las ramas. Mucho antes de que la psicología moderna llegara, el ya tenía muy clara la idea sobre las causas del conflicto. Santiago 4:1 dice: "¿Qué es lo que causa las disputas y las peleas entre ustedes? ¿Acaso no surgen de los malos deseos que combaten en su interior?" Santiago dice que la causa de las discusiones son los deseos que entran en conflicto. Cuando mis deseos entran en conflicto con los deseos de los otros, la cosa se pone que echa chispas.

La Biblia deja muy claro que hay tres deseos básicos que causan el conflicto: las posesiones, el placer y el orgullo. Estos deseos son legítimos y dados por Dios, pero no para que estén fuera de control. Cuando los pones por encima de otras personas y se convierten en la cosa más importante en tu vida, van a ocasionarte conflictos. 

Entonces, ¿cuál es la cura para las discusiones? Es una de las lecciones más difíciles de aprender: LA HUMILDAD.

La gracia de Dios es el poder divino para cambiar. ¿Qué te gustaría cambiar de ti mismo? Sea lo que sea, necesitas de la gracia divina para hacerlo. ¿Qué quieres cambiar en tus relaciones, tu matrimonio, o en tu familia? Lo que quieras cambiar, no puedes hacerlo por tu propia cuenta. Tú necesitas la gracia de Dios, y sólo hay una manera de conseguirla: humillándote. Dios no le da de su gracia a las personas que están llenas de orgullo, y que piensan: "yo puedo hacerlo por mi propia cuenta." Dios te lo da, solo cuando vienes y le dices: "Dios, necesito tu ayuda."

Ahí es donde encuentras el poder para hacer los cambios que desea obtener.

Habla sobre el tema:
  • Piense en la última discusión que tuviste. ¿Puedes identificar cuál de los tres deseos fue la causa?       
  • ¿Qué es lo que más deseas cambiar de ti mismo o de tus relaciones? ¿Crees que la gracia de Dios puede ayudarte a lograrlo?                
  • ¿Cómo cambiarían tus conversaciones y acciones si adoptas una actitud de humildad?           

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