No bases tus decisiones trascendentales
en tradiciones. Una tradición es cuando dices: “Lo hago, porque siempre se ha
hecho así, o dices: mis padres y mis abuelos así lo hicieron durante toda su
vida.
Las tradiciones no son malas, y si se
siguen observando, es porque siguen funcionando; pero las tradiciones no son
para siempre, no son eternas, son perecederas. Eventualmente, las tradiciones
dejan de tener actualidad y validez. El mismo Jesús dijo:
»Pues ustedes pasan por
alto la ley de Dios y la reemplazan con su propia tradición. (Mateo 7:8 NTV)
En el área en que más han cambiado las
tradiciones es en el sector salud y el de las comunicaciones. Yo todavía recuerdo
el ‘protocolo’ que mi padre y mi abuelo tenían para escribir sus cartas (si en
lo que yo les escribo notan demasiada formalidad, se debe a esto, la herencia es
muy fuerte, je, je). Hoy en día, con la enorme ventaja del Internet y el
e-mail, ese protocolo ancestral ha quedado totalmente obsoleto, y que decir de
las comunicaciones por mensaje de texto o Twitter, donde en solo 140 caracteres
dices lo que tienes que decir, y si no cabe, lo abrevias hasta que quepa.
Y en el sector salud; ¿donde quedaron los
remedios de mi abuelita, para la picazón de la varicela?, para las gripas tremebundas
que me daban y para los males de amores que con su caldo de pollo curaba a la perfección.
Todo sigue evolucionando, sigue avanzando, siendo cada día más efectivo y
practico, dejando las ancestrales tradiciones como un bonito recuerdo.
Pero lo que hoy es toda una moda cultural convirtiéndose
en una arraigada tradición, mañana dejara de serlo; lo único que prevalece es
lo verdadero y absoluto, que es la Palabra de Dios. Esta es eterna porque trata
acerca de personas eternas, como tu y como yo. No se refiere a costumbres de
cierta época, se refiere a las verdaderas intenciones del corazón, al carácter del
hombre, el cual no cambia por la ubicación geográfica ni con el tiempo.
Para que puedas aprovechar las buenas
tradiciones en tu vida, pásalas por el filtro de la Palabra de Dios, pues en
ella encontraras lo que de verdad es valioso a los ojos de Dios, que es lo
eterno, y como dijo San Pablo en su carta a los Filipenses: “Por último, hermanos, consideren bien todo lo verdadero,
todo lo respetable, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo digno
de admiración, en fin, todo lo que sea excelente o merezca elogio; ” (Filipenses 4:8). Y lo que no pase por este filtro,
DESECHALO de tu vida, pues no vale la pena conservarlo ni practicarlo.
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