viernes, marzo 23, 2012

ESCUCHA Y ELIGE LA BUENA PARTE



Mientras iba de camino con sus discípulos, Jesús entró en una aldea, y una mujer llamada Marta lo recibió en su casa. Tenía ella una hermana llamada María que, sentada a los pies del Señor, escuchaba lo que él decía. Marta, por su parte, se sentía abrumada porque tenía mucho que hacer. Así que se acercó a él y le dijo:
   —Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sirviendo sola? ¡Dile que me ayude!
 —Marta, Marta —le contestó Jesús—, estás inquieta y preocupada por muchas cosas, pero sólo una es necesaria. María ha escogido la mejor, y nadie se la quitará.”
 Lucas 10:38 al 42 (NVI)


Si hay algo que no podemos dejar de reconocer en Marta es su predisposición de recibir y servir al Maestro, sin embargo, ella se equivocó en la manera de desarrollar estos actos. Quizás podamos identificarnos nosotros mismos con Marta, con sus actitudes y con sus errores.

JESUS ESTABA HABLANDO. Para personas tan ocupadas como nosotros a quienes no nos alcanzan las horas del día para nuestros compromisos, el acto de escuchar puede ser una ‘pérdida de tiempo’. Vivimos acosados por el reloj que nos pisa los talones.

Y esencialmente si alguien está hablando, quien verdaderamente este escuchando atentamente, dejara de hacer todo aquello que este haciendo en esos momentos, y se concentrara en el mensaje que se le está comunicando.
 
No te puedes imaginar la cantidad de veces que diariamente el Señor nos habla… pero no dejamos lo que tenemos entre manos para poder escucharlo atentamente. Quizá le estas pidiendo a Dios que actúe en un problema que estas viviendo y piensas que Él no te contesta, pero, a lo mejor, no te has detenido a escuchar su voz.

MARTA LE RECLAMA A JESUS. Marta mira a María y lejos de compararse y darse cuenta de lo que se estaba perdiendo, se enoja con María y le reclama a Jesús (no a María), pidiéndole que le ordene que se ponga a ayudarla. Ella no se dio cuenta de lo que hacia, ni le preguntó a Jesús que es lo que ella debería de hacer. ¿Cuántas veces le imponemos al Señor nuestra voluntad y le reclamamos aquello que nosotros pensamos que debe de ser? Estamos convencidos de nuestros propios planes. Ya hemos trazado nuestras metas, nuestros sueños y le reclamamos a Dios para que se apegue a ellos.

MARTA ESTABA AFANADA Y TURBADA. Es imposible que la mayoría de nosotros no nos podamos identificar con esta actitud. Las preocupaciones son parte de nuestra vida cotidiana, y me atrevo a afirmar que aquello que nos perturba, nos afana y nos preocupa, no son verdaderamente problemas mayores; porque si lo fueran, la desesperación de tenerlos nos haría dejarlos en las manos de Dios, le entregaríamos todos aquellos problemas que excedieran nuestras capacidades humanas. Pero aquellas pequeñeces que llenan nuestro día, no se las entregamos tan fácilmente, no las ponemos en sus manos, prefiriendo ocuparnos nosotros mismos de ellas. La vida se nos llena de preocupaciones. Tenemos tanto trabajo en nuestra casa, en nuestra oficina que no nos damos cuenta de que Jesús está en ella, sentado al escritorio o en la mesa de la cocina, esperando un encuentro con nosotros.

“UNA SOLA COSA ES NECESARIA”  Con tantas preocupaciones, y tanto trabajo por delante; ¿Y Jesús dice que tan sólo una cosa es necesaria? Suena a locura, ¿no? Sin embargo, ¡así es! Lo necesario, es solo lo vital, lo que resulta imprescindible, aquello de lo que dependemos para vivir. Cuando ponemos en perspectiva lo necesario, todo lo demás queda reducido a pequeñeces que suenan hasta ridículas.

Y, ¿Qué es lo necesario para ti?... ¿No es acaso la voz del Maestro?, ¿no es acaso su Palabra?, ¿no es acaso su voluntad?, ¿No es acaso nuestro Señor Jesucristo?

ESCOGER LA BUENA PARTE QUE NO NOS SERÁ QUITADA. Su Palabra, su voz, su amor, su paz, sus enseñanzas, su sostén, sus promesas no nos serán quitadas jamás, cuando elijamos escucharlo y seguirlo día a día. Abramos nuestros brazos y recibamos todo aquello que Él nos ha preparado.


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