“En ese momento Dios le abrió a Agar
los ojos, y ella vio un pozo de agua. En seguida fue a llenar el odre y le dio
de beber al niño. (Genesis 21:19 NVI)
No sé que problema estas teniendo en este momento, pero
estoy seguro de que tienes al menos uno para el cual no tienes una solución -
un problema en el que estas corriendo hacia un callejones sin salida.
Necesitas que el Espíritu Santo ilumine tu mente para
que puedas encontrar la respuesta a tu problema en la Palabra de Dios. La Biblia llama a esto; iluminación.
En Génesis 21 la Biblia nos cuenta una historia sobre
una mujer y su hijo que estaban desesperadamente necesitando de iluminación. La
historia comienza con Abraham y Sara, que Dios les había prometido un hijo en
su vejez. A los 90, Abraham todavía no tenía un hijo. Sarah decidió tomar la
situación en sus propias manos. Ella sugirió que su marido tuviera un bebé con
una de sus sirvientas. Pero ese era el plan de Sarah – no era el plan de Dios.
Cuando Sara llegó a tener su propio hijo, ella se quejaba
de su sirvienta Agar, y del hijo de Agar, Ismael. Eventualmente, ella corrió de
la casa a Agar y a Ismael. Agar temía que su hijo muriera de hambre, así que
ella comenzó a llorar. Ella tenía un gran problema, y sólo Dios podía ayudarla.
Después de que Dios la animó, la Biblia dice: "Entonces
Dios le abrió los ojos y vio un pozo de agua. Así que se fue y llenó el odre de
agua y dio de beber al muchacho" (Génesis 22:19).
Eso es lo que todos necesitamos. Necesitamos que Dios abra
nuestros ojos para que podamos ver la respuesta a nuestros problemas en su
Palabra. La verdad, es que no somos capaces de encontrar las respuestas por
nuestra cuenta a los problemas que nos acosan. Al igual que Agar, necesitamos
desesperadamente al Señor.
Agar tenía la solución justo en frente de ella – un pozo de agua - pero ella no podía verlo, hasta que Dios le abrió los ojos y le ayudó a ver desde una perspectiva diferente.
Tú, también necesitas que el Espíritu Santo ilumine tu
mente. Cuando Dios abra tus ojos, veras los recursos que están, literalmente,
justo en frente de ti.
Pregúntate lo siguiente:
- ¿La respuesta a que problema Dios quiere mostrarme el día de hoy?
- ¿Le has pedido a Dios que te abra los ojos para que puedas ver la solución que el tiene para ti?
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