jueves, mayo 03, 2012

Proceso de Maduración (2 de 9) “Añade a tu fe VIRTUD”

Por esta razón también, obrando con toda diligencia, añadid a vuestra fe, virtud, y a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio, al dominio propio, perseverancia, y a la perseverancia, piedad, a la piedad, fraternidad y a la fraternidad, amor. Pues estas virtudes, al estar en vosotros y al abundar, no os dejarán ociosos ni estériles en el verdadero conocimiento de nuestro Señor Jesucristo. Porque el que carece de estas virtudes es ciego o corto de vista, habiendo olvidado la purificación de sus pecados pasados. Así que, hermanos, sed tanto más diligentes para hacer firme vuestro llamado y elección de parte de Dios; porque mientras hagáis estas cosas nunca tropezaréis” (2 Pedro 1:5-10 LBLA)

El apóstol Pedro escribe esta carta a los que han recibido a Cristo en su corazón y enumera los compromisos adquiridos por esta razón. Pedro al dirigirse a ellos los considera llenos de fe; con la fe que les permitió creer que Jesús es el Hijo de Dios, nacido de la Virgen María, crucificado bajo la mano de Poncio Pilatos y resucitado al tercer día.

Esta fe inicial o minima que Dios ha puesto en toda la humanidad, es suficiente para aceptar a Cristo Jesús como Señor y Salvador. Y a partir de esta fe, se inicia el camino del crecimiento espiritual, de la maduración como hijos de Dios, de la persecución diaria buscando cada día ser mas como Jesús.

Ahora bien, el aceptar a Jesús en forma personal es un acto de tu voluntad y deseo, nada ni nadie te forzó a hacerlo, y como consecuencia de esto, Jesús entro a tu vida. De la misma manera en que decidimos esto, --la Biblia le llama libre albedrío--  a partir de ese momento, tenemos la capacidad, o más bien dicho, la obligación de decidir que haremos y que no haremos.

Pedro nos escribe: “Por esta razón también, obrando con toda diligencia, añadid a vuestra fe, virtud,”  Pedro esta partiendo del hecho de que contamos con la fe puesta por Dios en nosotros, como la estructura básica donde iremos ensamblando las siguientes 7 virtudes.

Como la fe es puesta por Dios en nosotros, nosotros tenemos que “añadir” a esta fe ‘VIRTUD’. Y para saber claramente de que estamos hablando, el significado de virtud es este:

La virtud es una cualidad que permite a quien la posee tomar y llevar a término las decisiones correctas en las situaciones más difíciles. El virtuoso es el que está en camino de ser sabio, porque sabe cómo lograr sus metas sin pisar las de los demás, porque pone a los demás de su lado y los lleva a alcanzar un objetivo común. El virtuoso es el que «sabe remar contra la corriente» También, una persona virtuosa es aquella que sabe sacar adelante cualquier problema que se avecina. Es una persona que tiene muchas cualidades y las pone en práctica a diario.
Las virtudes se consideran cualidades positivas, y se oponen totalmente a los vicios.

Entonces, una persona virtuosa será conocida como una persona de buen comportamiento, de buena conducta, de excelencia moral, de carácter digno de admiración; de hacer el bien; y por consecuencia, será conocida por sus éxitos.

Si la Biblia dice Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.” (Filipenses 4:14), entonces NO necesitamos la VIRTUD para lograr nuestras metas u objetivos, pues estas las alcanzamos por la fortaleza de Cristo en nosotros; La VIRTUD en nosotros la necesitamos para voluntariamente DESARROLLAR y manejar nuestro camino hacia el éxito. Para alcanzar la meta si dañar, herir u ofender a las demás personas con quienes nos topemos en nuestro camino. ( por eso dice “añadid” y no dice pídansela a Dios).

El hombre y la mujer virtuosa, no solo se conocen por su éxito, sino por la manera de tratar a los demás en su camino hacia la cumbre.

Querido amigo, si el éxito lo tenemos asegurado porque vamos caminando en el propósito de Dios para nuestras vidas, bien vale la pena el añadir a nuestra fe virtud, y demostrarla en el trato con nuestros contrincantes, adversarios, competidores y compañeros de equipo.



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