El SEÑOR iba delante de ellos, de día en una columna de nube
para guiarlos por el camino, y de noche en
una columna
de fuego para alumbrarlos, a fin de que anduvieran de día y de noche. No quitó de delante del pueblo la columna de nube
durante el
día,
ni la columna de fuego durante la noche. (Éxodo
13:21-22 NVI)
Esa NUBE DE FUEGO, impidió a los egipcios alcanzar al pueblo de Israel, llevando a este poderoso ejercito a morir ahogados al intentar cruzar el mar Rojo.
Adicionalmente
a la NUBE que ayer vimos; la presencia de Dios se manifestó con FUEGO. A lo
largo de la Biblia leemos que cuando la sangre es aceptada por Dios, el FUEGO
desciende. Cuando el pueblo de Dios celebro la Pascua en Egipto y sacrifico
cada familia un cordero sin mancha, la NUBE DE FUEGO apareció para acompañarlos
por los siguientes 40 años.
Cuando
el profeta Elia oro a Dios para que descendiera fuego del cielo, puso primero sobre el
altar de piedras el animal sacrificado a Dios:
A la hora del
sacrificio vespertino, el profeta Elías dio un paso adelante y oró
así: «Señor,
Dios de Abraham, de Isaac
y de Israel,
que todos sepan hoy que tú eres Dios en Israel, y que yo soy tu siervo y he hecho
todo esto en obediencia a tu palabra. ¡Respóndeme, Señor,
respóndeme,
para que esta gente reconozca que tú, Señor,
eres Dios, y que estás convirtiendo a ti su corazón!» En ese momento cayó el fuego del
cielo y
quemó el holocausto, la leña, las piedras
y el suelo, y hasta lamió el agua de la zanja. Cuando todo el pueblo vio esto, se postró y exclamó: «¡El Señor es Dios, el Dios verdadero!»” (1 Reyes 18:36-39 NVI)
Nuestro
Señor Jesucristo, ofreció su propia sangre en la cruz del Calvario, y el
domingo del Pentecostés, el fuego del Espíritu Santo se mostró sobre los que
estaban reunidos en la casa, porque
Jesús había ofrecido su propia sangre.
“Cuando llegó el día de
Pentecostés, estaban todos juntos en el mismo lugar. De repente, vino del cielo un ruido como el de una
violenta ráfaga de viento y llenó toda la casa donde estaban reunidos.
Se les
aparecieron entonces unas lenguas como de fuego que se repartieron y se
posaron sobre cada uno de ellos. Todos fueron llenos del Espíritu Santo y comenzaron
a hablar en diferentes lenguas, según el Espíritu les concedía expresarse”. (Hechos
2:1-4 NVI)
Ese
fuego que se manifestó en todos estos eventos bíblicos, es el Espíritu Santo, el
cual esta en medio de todos los hijos de Dios, los que han lavado sus pecados
en la sangre del Cordero.
Y
tal vez tú te preguntaras: ¿Pero que sangre tengo yo que derramar para recibir
ese FUEGO del Espíritu Santo?... Esa sangre ¡YA FUE DERRAMADA!, Jesucristo ya
lo hizo en la cruz del calvario por amor a ti; y por esta razón, HOY puedes
pedirle al Espíritu Santo que se manifieste en tu vida, en tus problemas, en
tus enfermedades, en tus relaciones rotas, en tu soledad y tristeza con el
poder arrasador del FUEGO DEL Espíritu Santo.
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