sábado, mayo 12, 2012

Ejemplo del crecimiento espiritual… Pablo, el más pequeño de todos los santos (2 de 3)

Pablo se encostraba privado de su libertad, por lo que tuvo mucho tiempo para meditar en toda su vida hasta ese momento, y estar en profunda comunión con Dios. Recordó muy claramente su pasado antes de su encuentro con Jesús en el camino a Damasco y también recordó sus experiencias tristes y peligrosas que vivió a partir de su encuentro con Jesús, escribiendo lo siguiente:    

22 ¿Son ellos hebreos? Pues yo también. ¿Son israelitas? También yo lo soy. ¿Son descendientes de Abraham? Yo también. 23 ¿Son servidores de Cristo? ¡Qué locura! Yo lo soy más que ellos. He trabajado más arduamente, he sido encarcelado más veces, he recibido los azotes más severos, he estado en peligro de muerte repetidas veces. 24 Cinco veces recibí de los judíos los treinta y nueve azotes. 25 Tres veces me golpearon con varas, una vez me apedrearon, tres veces naufragué, y pasé un día y una noche como náufrago en alta mar. 26 Mi vida ha sido un continuo ir y venir de un sitio a otro; en peligros de ríos, peligros de bandidos, peligros de parte de mis compatriotas, peligros a manos de los gentiles, peligros en la ciudad, peligros en el campo, peligros en el mar y peligros de parte de falsos hermanos. 27 He pasado muchos trabajos y fatigas, y muchas veces me he quedado sin dormir; he sufrido hambre y sed, y muchas veces me he quedado en ayunas; he sufrido frío y desnudez. 28 Y como si fuera poco, cada día pesa sobre mí la preocupación por todas las iglesias. 29 ¿Cuando alguien se siente débil, no comparto yo su debilidad? ¿Y cuando a alguien se le hace tropezar, no ardo yo de indignación?
30 Si me veo obligado a jactarme, me jactaré de mi debilidad. 31 El Dios y Padre del Señor Jesús (¡sea por siempre alabado!) sabe que no miento. 32 En Damasco, el gobernador bajo el rey Aretas mandó que se vigilara la ciudad de los damascenos con el fin de arrestarme; 33 pero me bajaron en un canasto por una ventana de la muralla, y así escapé de las manos del gobernador. (2 Corintios 11:22-33 NVI)

Cuando Pablo recordó y analizo todos los hechos de su vida, primeramente pudo ver en todo el conjunto de eventos sufridos, que Dios NUNCA lo abandono, nunca estuvo solo y todo lo que le aconteció era parte del plan maestro de Dios, donde Dios estaba contando con el, aunque Pablo no lo entendiera.

Entre mas confiamos en nuestro Señor, mas vivimos con la certeza en nuestra mente y corazón que El tiene todo bajo su control; a pesar de lo que estemos viendo y sintiendo. Pablo no podía comprender porque Dios permitió que lo arrestaran y lo ‘anclaran’ sin poder visitar a las iglesias que tanto amaba; porque Pablo no se imaginaba lo que significaría para la cristiandad de la posteridad, todas las cartas que el escribiría a las iglesias y a los siervos de Dios, por su imposibilidad de visitarlos al estar privado de su libertad.

En este profundo proceso de revelación divina a Pablo, también se empezó a dar cuenta de su verdeara situación espiritual, habiendo escrito inicialmente a la iglesia en Filipos,  “los que somos perfectos”. Tiempo después, escribió a la iglesia en Efeso lo siguiente:

Yo, que soy menor que el más pequeño de todos los santos, he recibido el privilegio de anunciar entre los no judíos el evangelio de las insondables riquezas de Cristo (Efesios 3:8 RVC)

Admito que yo soy el más insignificante de los apóstoles y que ni siquiera merezco ser llamado apóstol, porque perseguí a la iglesia de Dios. (1 Corintios 15:9 NVI)

San Pablo empezaba a ver su vida en relación a la visión de Dios, donde sus linaje y estudios, ya no significaban gran cosa, ahora lo mas importante era el cumplir la gran comisión; Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura (Marcos 16:15 LBLA)”. Nada de lo que antes había escrito a la iglesia de Filipos acerca de su ‘curriculum’ personal, tenia la menor relevancia junto a la gran comisión o encomienda de Jesucristo.

El darse cuenta de la magnitud del plan de Dios en comparación con su “pedigrí”, lo llevo a replantear su propia posición, de “los que somos perfectos…”  a “yo que soy el menor y el más pequeño de todos los santos,…”. Se bajo de su pedestal de herencia y logros personales y se formo al final de la larga fila de los redimidos por Jesucristo, que son los santos.

Que reubicación tan dramática, que cambio tan drástico, cambio que solo la presencia y majestuosidad de Dios pueden lograr. Pablo, aunque prisionero, seguía creciendo espiritualmente, porque seguía, aunque sin saberlo,  cumpliendo el plan maestro de Dios para su vida.

PABLO DE TARSO  

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