Ayer vimos que
somos REDIMIDOS solamente por lo que hizo Jesucristo en la cruz, ni lo mas
grande que pudiéramos hacer serviría absolutamente para nada para obtener nuestra
REDENCION, esta salvación en Cristo la obtenemos solo y únicamente por lo que
hizo Cristo en la cruz del Calvario. Esta REDNCION esta estrechamente
relacionada con nuestra vida pasada, con nuestros pecados cometidos hasta el
instante que aceptamos a JESUS como nuestro Señor y Salvador.
A partir de ese
momento, nos convertimos en hijos de Dios por el sacrificio de Cristo, pasamos
a ser de la familia de Dios, y TODOS los pecados que habíamos cometido hasta
ese momento, quedan pagados, quedan borrados con la sangre de Cristo en la
cruz.
“De modo que si alguno está en
Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí, son hechas
nuevas.” (2 Cor. 5:17 LBLA)
A
partir de este momento se inicia lo que llamaremos ‘el mantenimiento de nuestra
salvación’. En las instrucciones de Dios al pueblo de Israel con referencia a
la Consagración de Aaron y sus hijos como sacerdotes de Dios en el Tabernáculo
de Moisés (Levítico 8), Dios da instrucciones precisas para su Consagrarlos
como Sacerdotes del Altísimo, y cabe señalar que esta Consagración se hacia una
sola vez en la vida de cada sacerdote. De la misma manera que nosotros
aceptamos a Jesucristo como nuestro Señor y Salvador una sola vez en nuestra
vida, y nos convertíos en sacerdotes para Dios.
“y de Jesucristo, el testigo fiel,
primogénito
de entre los muertos y soberano de los reyes de la tierra. Él nos amó; con su sangre
nos lavó de
nuestros pecados, y nos hizo reyes y sacerdotes
para Dios, su Padre. Por eso, a él sea dada la gloria y el poder por
los siglos
de los siglos. Amén.” (Apoc. 1:5-6 RVC)
Ahora
bien, el Sacerdote una vez consagrado, SIEMPRE seguiría siendo sacerdote del
Dios Altísimo, hasta su muerte; y cada ocasión que entrara al Tabernáculo, al
Lugar Santo y al Lugar Santísimo, se tenia que lavar en la fuente o estanque de
bronce para no morir al estar en la presencia de Dios.
“Para que no mueran, ellos deberán
lavarse con agua al entrar en el tabernáculo de reunión, y cuando se
acerquen al altar para ministrar y quemar la ofrenda encendida en honor del
Señor. Deberán lavarse las manos y los pies,
para que no mueran. Esto será un estatuto perpetuo para Aarón y su descendencia, por
todas las generaciones.»” (Éxodo 30:20-21 RVC)
Nosotros,
al ser REDIMIDOS por Jesucristo, somos hechos sacerdotes de Dios, y solo
necesitaremos lavarnos y limpiarnos para estar presentables ante nuestro Señor.
El mismo Jesús dijo a sus discípulos acerca de esto:
“—El
que ya se ha bañado no necesita lavarse más que los pies —le contestó
Jesús—; pues ya todo su cuerpo está limpio. Y ustedes ya están
limpios, aunque no todos.” (Juan 13:10 NVI)
Tu
y yo, somos REDIMIDOS por la sangre de Jesucristo derramada en la Cruz del
Calvario, PERO, sabemos que no somos perfectos, sabemos que nuestros pecados
anteriores has quedado totalmente borrados; ¿pero y los de hoy?... Es ahí donde
entra el ‘MANTENIMINETO DE NUESTRA SALVACION’, lavándonos a diario en la sangre
del Cordero; el Apóstol Juan escribe a los cristianos de su época (hijitos
míos) de la siguiente manera:
“Hijitos míos,
os escribo estas cosas para que no pequéis. Y si alguno peca,
Abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo.”
(1 Juan 2:1 LBLA)
La
gran diferencia entre esta oración y la que hicimos cuando aceptamos a Jesús
como nuestro Señor y Salvador, es que esta oración es entre Padre en hijo,
teniendo a nuestro Hermano mayor, Jesús, intercediendo ante nuestro Padre por
cada uno de nosotros.
“Así que ya no
sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros
de la familia de Dios,” (Efesios 2:19RV)
Cada
día, cada hora, en cada ‘regada’ que des, tienes la oportunidad y privilegio de ir
espiritualmente a la fuente de bronce a lavarte de los errores y equivocaciones
que has cometido. Yo te lo digo por experiencia; que gran bendición es poder
alejarte unos minutos de la situación adversa y pedirle a nuestro Señor que te
limpie, que te lave de la tremenda metida de pata que acabas de hacer, de
la inmensa atrocidad que acabas de cometer… Yo lo he hecho, y de verdad sientes
como la paz de Cristo viene a tu ser.
Pues ustedes no han
recibido un espíritu que los esclavice nuevamente al miedo, sino que
han recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! [Que significa
“papacito”] (Romanos 8:15 RVC)
Y
lo que no tiene palabras para expresarse, es la confianza que nos entrego
Jesucristo para hablarle a Dios como nuestro papá amado… diciéndole: “papacito”
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