lunes, junio 04, 2012

Cuando oras; Pides, Buscas y Llamas…




Vimos la gran importancia de pasar un tiempo a solas con Dios, un tiempo sin prisas ni premuras. Pero aunque separes en tu agenda un tiempo para esto, existirán una serie de distractores que trataran de arruinar este tiempo que planeaste pasar con Dios.

Una vez que te hayas propuesto pasar tiempo a solas con tu Señor, al entrar al lugar donde lo harás, el medio ambiente te distraerá: Sonara el teléfono en la lejanía, escucharas el timbre de la puerta, algún grito de los niños y hasta del perro. No faltara que alguno de tus hijos se acerque a donde estas y con voz muy bajita te diga al oído: ¿me haces un sándwich?  O te preguntaran si sabes donde dejaron sus chamarras o juguetes. Todo esto no te permitirá atender apropiadamente este tiempo que has separado para estar con Dios.

También tu mismo cuerpo te distraerá: Yo recuerdo cuando trataba de tener estos momentos con mí Señor, me arrodillaba en un aposento, y al ratito de estar ahí, el cinturón me empezaba a apretar, “ufff ya subí de peso”, yo pensaba. Después si acababa de desayunar o de comer, sentía que al estar agachado, se me interrumpía la digestión, y si todavía no había comido, me hacia ruidos el estomago. Y si lograba superar todos estas ‘distracciones’, los típicos calambres en una pierna o en el pie, y por supuesto empezaba a pensar que debería de comer más plátanos, por aquello del potasio.  En fin, tal vez no me lo creas, pero para cuando finalmente lograba poner bajo control todos estos ‘detalles’ de mi cuerpo, ya había pasado más de 1 hora…
Por eso yo corro cada paso con propósito. No sólo doy golpes al aire.  Disciplino mi cuerpo como lo hace un atleta, lo entreno para que haga lo que debe hacer”.(1 Cor. 9:26-27a NTV)
San Pablo escribe que el sufría de situaciones similares a las que yo he sufrido (y muy posiblemente tu también), lo que me da un alivio, porque se que así como Pablo logro superarlas, yo lo podré hacer también. Pablo disciplino su cuerpo, para que aceptara sin reproches lo que su alma (su mente) decidía hacer.

Y también tu mente te distraerá: Inicialmente con las cosas pendientes que habías olvidado, y precisamente es en estos momentos cuando te acuerdas de ellas. Siempre ten un lápiz y papel a la mano, para que las apuntes y puedas proseguir en tu oración sin preocuparte más por ellas. Mas adelante, vendrán a tu mente las ideas de que a lo mejor, seria más productivo para tu vida, si en lugar de estar ahí, te pusieras a trabajar en otra cosa. Y finalmente, tu mente traerá los errores y pecados del pasado, para tratar de atormentarte con culpabilidad y remordimientos; los cuales destruirás con la Palabra de Dios: “eres una nueva criatura, tu pasado con todos sus errores y pecados, ha quedado totalmente borrados del libro de Dios, estás ante Su presencia, totalmente abrazado por Jesús, cubierto y envuelto por Jesucristo, y Dios te ve como si nunca hubieras pecado.

Nuestro cuerpo solo sabe PEDIR. Por esto cuando empezamos a orar, instintivamente empezamos a repetir nuestra larga lista de peticiones, solicitudes y hasta nuestras demandas, basándonos en sus promesas, por supuesto. Te has dado cuenta de esto, y esto suele suceder porque iniciamos nuestra oración, hablando con Dios en nuestra carne o cuerpo mortal.

Posteriormente, seguimos orando a Dios, pero ahora le empezamos a agradecer con todo nuestro corazón, por todas sus maravillas y milagros en nuestra vida, por su compañía, por su amor y por su presencia continua en ti. Empezamos a BUSCAR más de su presencia, porque tu alma esta sedienta de Dios.

Finalmente nuestro espíritu empezara a LLAMAR a las puertas del Salón del Trono de Dios, para entrar a su presencia, en la cual, no hablaremos, no pronunciaremos palabra, pues su majestuosidad nos robara el habla, solo lagrimas de amor por El, correrán por nuestra mejillas.

Jesucristo al enseñar a sus discípulos acerca de la oración, nos mostró la manera de cómo orar, usando el ejemplo de lo que nosotros conocemos como la oración del Padre Nuestro. En esta misma enseñanza acerca de la oración a Dios, Jesús les dijo:

»Así que yo les digo: Pidan, y se les dará; busquen, y encontrarán; llamen, y se les abrirá la puerta. Porque todo el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abre.” (Lucas 11:9-10 NVI)



Continuaremos mañana… Pero no dejes de escuchar la canción en el link.


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