“Porque el Espíritu de Dios no nos hace
cobardes. Al contrario, nos da poder para amar a los demás, y nos fortalece
para que podamos vivir una buena vida cristiana.” 2 Timoteo 1:7 (TLA)
Cuando Adán y Eva
pecaron y Dios fue a buscar a Adán, Adán le dijo: Tuve miedo... y me escondí."
(Génesis 3:10 NVI) Este miedo es tan antiguo como la humanidad misma. Escondemos
nuestro verdadero yo. No dejamos que la gente nos conozca tal y como somos realmente.
¿Por qué? Debido a que pensamos, "¿Qué pasa si le muestro como realmente
soy y no le gusta?"
Nuestros miedos nos ponen a la defensiva. Tenemos miedo de mostrarnos tal y como somos. Cuando la gente señala nuestras debilidades, tomamos represalias para defendernos.
Nuestros miedos nos mantienen a distancia. No dejamos que la gente se nos acerque. Actuamos retraídamente y ocultamos nuestras emociones. No queremos ser abiertos y honestos.
Nuestros miedos nos hacen ser más exigentes. Cuanto más inseguros somos, más queremos controlar y dominar las situaciones. Tratamos siempre de tener la última palabra en una relación. Esto siempre será un síntoma de miedo e inseguridad.
¿De dónde sacas el valor para dar el primer paso para resolver los conflictos? Viene del Espíritu de Dios en tu vida: "Porque el Espíritu Santo, de Dios, no quiere que tengan miedo de la gente, sino que sean sabios y fuertes [valientes], para amarlos y disfrutar de estar con ellos" (2 Timoteo 1:7 PRF).
El punto de partida para conectarte con cualquier persona, es hacer una pausa y orar diciendo: "Dios, ayúdame a dar el primer paso para resolver este conflicto".
No hay comentarios:
Publicar un comentario