Cuando nos
disponemos a entrar a la presencia de Dios, iniciamos nuestro camino cruzando por
las Puertas y pasamos por los Atrios, con una actitud de alabanza y gratitud.
Seguimos avanzando hasta encontrar la fuente de bronce, que es donde lavamos
nuestro ser de todo lo que nos separa de la presencia de Dios, quitamos nuestro
pecado y colocamos nuestro cuerpo en el altar de los sacrificios, ofreciéndolo
en obediencia a Jesucristo, así como también ponemos sobre este altar todas nuestras
peticiones, para que suban al trono de Dios como un suave y agradable aroma a
Dios.
Una ves habiendo
pasado por este lugar de lavamiento y sacrificio, entraremos al Lugar Santo.
Aquí lo primero que veremos en un candelabro de siete brazos, cada brazo
contiene un recipiente lleno de aceite que al prenderse iluminara todo el
lugar. Este candelabro es la figura del la Palabra de Dios que ilumina nuestro
camino, mediante la acción del Espíritu Santo (el aceite).
“Lámpara
es a mis pies tu palabra, y luz para mi camino.” (Salmo 119:105 LBLA)
También
en el Lugar Santísimo se encuentra una mesa, donde hay 12 panes para ser
comidos por el sacerdote al entra a este lugar. Estos panes son la
representación del pan de vida que son la Sagradas Escrituras, que nos dan
fuerzas y energía para seguir adelante.
“El Señor da fuerzas al cansado, y aumenta el
vigor del que desfallece. Los jóvenes se fatigan y se cansan; los más fuertes flaquean y caen;
pero los que confían en
el Señor recobran las fuerzas y levantan el vuelo, como las águilas;
corren, y no se cansan; caminan, y no se fatigan.” (Isa. 40:29-31RVC)
En
el Lugar Santo es donde empezamos a derramar nuestra alma, nuestro clamor se
expresa con lágrimas, en medio del silencio, solo nuestros sollozos se pueden
escuchar. Cuando articulamos alguna frase, no es de petición, pues nuestras
peticiones las hemos puesto en el altar de afuera; aquí, en el Lugar Santo,
solo sentimientos de amor salen de nuestro corazón, aquí es cuando le decimos a
nuestro amado Jesús lo mucho que le amamos, le decimos todo lo que El es en
nuestra vida, y pasamos mucho tiempo hablándole palabras de amor.
Es
aquí donde empezamos a sentir su gloriosa presencia, donde sin abrir los ojos,
podemos percibir la presencia de Jesús en este lugar, junto a nosotros
abrazándonos.
“Yo puse mi esperanza en el
Señor,
y él inclinó su oído y escuchó mi clamor;” (Salmo 40:1
RVC)
Aquí,
en el Lugar Santo, es donde se rompen las cadenas que te tienen atado, las
ataduras de muerte desaparecen y buscamos solamente la gloriosa presencia de
Jesús, cualquier tipo de presión y opresión desaparecen por completo; Aquí es
donde uno encuentra la verdadera LIBERTAD.
Aunque
el Lugar Santo es maravilloso y lleno de libertad, este no es el lugar de intimidad
y de fusión con Dios; ese es el Lugar Santísimo, el cual veremos mañana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario