viernes, febrero 24, 2012

¿Te gustan los alimentos frescos?

La palabra ‘FRESCO’, generalmente se le asocia con el sector alimenticio, y se utiliza para indicar que el producto o alimento no ha sido congelado o almacenado.
Y esto es muy importante para los de buen paladar, pues cuando trabaje en la Ciudad de México, me toco darme cuenta de que los pavos que tan alegremente nos cenábamos en Navidad, tenían mas de 26 meses congelados en nuestras instalaciones… ufff

Algo que me toca vivir a diario, son las vivencias con mi hijo, que por tener un refinado sentido del gusto, ha desarrollado muy buenas habilidades de Chef y cuando lo convencemos de que nos cocine, nos toca degustar sus creaciones que son verdaderos manjares al paladar. Recuerdo que desde su infancia, cuando mi esposa guisaba algo y no nos lo acabábamos, lo guardaba para terminarlo en la comida del siguiente día. Mi hijo, en esos casos en especial, normalmente ya no comía ese rico guiso el siguiente día, pues decía que esa comida ‘sabia a refrigerador”.

Desde entonces, siempre he querido detectar este famoso ‘sabor a refrigerador’, lo cual no he podido lograr. Pero ya se imaginaran quien es el fanático de los alimentos FRESCOS en mi casa, lo único que acepta comer aunque haya estado por días en el congelador es su helado Blue Bell sabor Groom’s Cake.       

El profeta Jeremías, escribe que cuando encontró la palabra de Dios, literalmente se la devoro:

“Señor, Dios de los ejércitos, cuando hallé tus palabras, literalmente las devoré; tus palabras son el gozo y la alegría de mi corazón, porque tu nombre ha sido invocado sobre mí”.  (Jeremías 15:16 RV)

De la misma manera como tenemos opciones para comer y nutrir nuestro cuerpo, desde los mas finos alimentos hasta la comida chatarra; también tenemos la opción de alimentar nuestra alma con lo que vemos en la TV y leemos en las revistas de modas, o con la Palabra de Dios.

Como es fácil olvidar el alimentar nuestra alma, porque no se queja; en cambio, si nos quedamos sin comer un solo día, nuestro cuerpo repelara inmediatamente, haciéndonos sentir una pavorosa hambre.

Jeremías describe lo que es para el leer las Escrituras, como literalmente las devora, como un naufrago que finalmente encuentra agua fresca para saciar su sed.

Y  las escrituras, que son el alimento del alma, como cualquier otro alimento puede ser fresco o puede ser congelado de mucho tiempo atrás; como el estudio bíblico del año pasado o del retiro de matrimonios de hace 3 años, y que por supuesto tiene ‘sabor a refrigerador’. La única garantía de la frescura de la Palabra, es el adquirirla diariamente; así como la mejor garantía de alimentos frescos para tu cuerpo, es comprarlos diariamente en la tienda que los reciba a diario y directamente del campo.

Así como planeas tu desayuno o tu comida, y tu  botana para media mañana o media tarde; planea nutrir tu alma, con el alimento que esta en la Palabra de Dios. Con solo 15 minutos diarios podrás iniciarte en este hábito, solo lee detenidamente y con toda tu atención unos cuantos versículos de la Biblia, así empezaras a descubrir las maravillas de la ley de Dios. Recuerda que la razón de ser de la Biblia, es cambiar vidas, no es proporcionar conocimiento.

Leerla diariamente; es como poner el bocado del alimento fresco en tu boca (sin sabor a refrigerador).
Mastícala; esto es el meditar durante el resto de tu día, lo que leíste por la mañana.
Y digiriéndola; que es poner por obra en tu vida cotidiana lo que aprendiste en la Palabra de Dios, la Biblia.


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